Vamonos de Boda

Tras la gran experiencia de subir en avión, llegamos a Sevilla para asistir a la boda de los amigos de mis padres Enrique y Olga. Llegamos el viernes a primera hora de la mañana, nos fuimos al hostal a dejar todas las maletas. Tras desayunar fuimos a inspeccionar la zona en búsqueda de la iglesia. Una vez encontrada nos runimos con Enrique y su pequeño gran perro. Luego nos encontramos fugazmente con Olga y marchamos hacia la estación de Santa Justa en búsqueda de Miguel y Ana. Comimos, y llené a mi mamá de caca.... yo no tengo la culpa si se me movió el pañal... Así que le tuvieron que dejar una camiseta hasta llegar al hostal. Tras llegar el resto de amigos, murcianos y madrileños nos fuimos a cenar con el novio, la pobre novia seguía liada con los últimos preparativos para el día siguiente. Mucha gente, mucho ruido en el restaurante chino; aún así, yo me tomé mi biberón y me puse a dormir, ¿que se creen que me van a molestar? Y luego a dormir, bueno mis padres, que yo llevaba rato haciendolo.
Por lo que me comentaron mis padres la boda estuvo bastante bien, durante la ceremonia permanecí atenta e incluso hice alguna intervención, pero no le debió gustar a mi padre porque me sacó de la iglesia. Tras subir al autobús y pedir mi biberón decidí que mejor dormir un rato si quería aguantar la juerga de la noche. Cuando me desperté parece ser que mis padres habían ya tomado los canapés y tras una crema de maricos, estaban ya por el segundo plato. Así que les pedí un poco, pero únicamente me dieron biberon, aún así estaba bueno. Ya despierta oí que el equipo de sonido empezaba a preparar la música, por el cual decidí no volver a dormirme. Ahí si que triunfé, estuve bailando todo el rato con mi papi, y siendo la atención de todo el que pasaba... ¿cuánto tiempo tiene? era la pregunta que más le hacían a mi padre. Tras casi dos horas de bailoteo, decidí que ya era hora de salir, la juerga estaba muy bien pero había que descansar algo, así que le dí un toque de atención a mis padres para marchar fuera del infernal ruido. Estuvimos un rato fuera tomando el fresco y hablando con los amigos. Cuando llegó el autobús nos despedimos fugazmente y marchamos junto con Ana y Miguel rumbo a Sevilla. Mientras ellos cenaban yo intentaba dormir. La mañana siguiente marchamos con las primeras luces rumbo a Barcelona, había sido un gran fin de semana.